Tomás del Bastón trabajaba incansablemente en la ascensión a su montaña. Buscaba su cima. Tal condición mantenía sus ojos atados a las hojas y su mente a las letras. Así lo enfocó el lente, pero Tomás prefirió ignorarlo. Esa indiferencia sedujo al visor que al tenerlo en la mira, antes de inmovilizar su luz andariega, se dio cuenta de que Tomás ya había escalado su propia vida.
Carlos Andrés Torres.
Fotografía: Carlos Andrés Torres.