Ficciones de la vida real

Este libro prueba que escribir es parte del destino de Carlos Andrés Torres. El autor leyó, pensó y vivió mucho antes de lanzarse a esta aventura. Caminó medio mundo antes de lanzarse a publicar su primer libro. Sus ojos fueron testigos de la naturaleza de nuestro planeta y de las diferentes culturas y grupos que lo habitan, percibió hechos únicos y complejos y desarrolló la capacidad de transmitírnoslos de forma simple. He aquí algunos ejemplos: El cuento «Cadaverest» cuyo perspicaz título juega con los términos cadáveres y el nombre del monte Everest y en donde, en efecto, nos habla de los cadáveres enterrados en esa montaña localizada en el continente asiático. Tres cuentos jacobeos nos introduce a sus andanzas por los caminos de Santiago en España. Después nos presenta lo tétrico, y en un toque más personal evoca a la Melle, su abuela, y se refiere a experiencias sentimentales tanto como a personas que han impactado su vida de músico. El djembe, la guitarra, el flamenco y su cultura musical adornan sus cuentos. Y como grata sorpresa, lo que no estaba anunciado por ninguna parte, lo que no vi —lo confieso— pero marca el libro de comienzo a fin, es su gran sentido del humor: jugará con lo erótico, con lo intelectual, con las palabras, con lo que existe y con lo que imagina. Claro que el autor siempre podrá decir que todas sus historias son inventos y se remitirá a la primera palabra del título de la obra para justificarse: «Ficciones». Entonces yo le diré que no le creo y me remitiré a la segunda parte del mismo título: «de la vida real». A cada lector le tocará deslindar lo real de lo ficticio, o simplemente entregarse al solaz de disfrutar de una literatura única e ingeniosa.

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