Esa noche sintió que el tiempo se aceleraba para ella, que volaba por primera vez. Había visto gacelas corriendo por el campo, una fila india de caballos, un río con espuma. La habían asombrado las esculturas rojizas creadas por la Tierra. Había visto una laguna entre dos altas montañas mientras descendía por el borde de una de ellas. Se había asomado a la casita cobriza y aislada que descansaba al lado de esas aguas. Lo que descubrió le hizo sentir el estupor de estar viva.
Esa noche ella había leído.
Roxana Orué
Fotografía: Carlos Andrés Torres